Escribir sobre Mil Galletitas es algo muy complejo. No se puede explicar simplemente de qué se trata. Si uno se limitase a la sinopsis, podría decir que esta micro novela cuenta la historia de Emilio, que a poco tiempo de cumplir sus 80 años, tiene la premonición de que morirá en una semana, motivo por el cual decide concretar uno de sus deseos pendientes: Escribir una novela. Esta novela tratará de Nahuel, un niño que se pone como meta comer Mil Galletitas en un solo día.

Pero es mucho más que eso.

Mil Galletitas es una historia de amor, de soledad y de amistad contada a través de dos causas perdidas que en realidad son una sola, y que atraviesan a los personajes como un medio para atravesar la desolación; pero al mismo tiempo es tan sutil, que conduce a esos lugares sin ser evidente ni extravagante respecto a cómo expresa los sentimientos. No hay serenatas de amor, ni grandes declaraciones, ni llantos profundos y prolongados. Mil Galletitas es tan simple y profunda como lo es la vida.

Es una novela que incomoda, que ayuda a reflexionar sobre el propósito de las cosas y cuanto no vemos cuando vivimos en la rutina (o cuando elegimos no ver).

Respecto a la forma en que está escrita, Mil Galletita sorprende. Su escritura es limpia, apela al lenguaje cotidiano y juega constantemente con los signos de puntuación. Diego Tomasi logra una novela imparable, la cual es de tan rápida lectura que no nos deja ni siquiera levantarnos a hacer un té. La verdad es que es tan buena como corta, y como tan sólo tiene 127 páginas, podríamos decir que es muy buena.

Definitivamente, Mil Galletitas es una de las mejores inversiones literarias que he hecho en el año.